Tratamiento del coronavirus | El alarmante negocio de medicamentos falsos que crece por la pandemia de covid-19

La misma semana en la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a hablar del brote del nuevo coronavirus como pandemia, se realizó una operación de seguridad en 90 países, varios de ellos de América Latina.

Agentes de Interpol y autoridades nacionales llevaron a cabo la Operación Pangea XIII, la cual logró la detención de 121 personas y la incautación de medicamentos apócrifos y de equipo médico de baja calidad valorados en US$14 millones.

Desde Asia, África y hasta América, al igual que en páginas en internet, ha florecido un lucrativo mercado negro de productos sanitarios, en especial medicamentos, por la emergencia mundial del covid-19.

Según la OMS, el comercio de fármacos falsificados -que incluye medicamentos que pueden estar contaminados, caducados, o contener el ingrediente activo incorrecto o inexistente- asciende a más de US$30.000 millones en países de ingresos bajos y medianos.

Esto llevó al organismo mundial a emitir una alerta tras detectar “un número cada vez mayor de productos médicos falsificados que pretenden prevenir, detectar, tratar o curar el covid-19”.

A esto se suman casos de desabasto de medicamentos usados para otras enfermedades que algunas autoridades han señalado como posibles fármacos para tratar a pacientes con el virus.

Un par de ellos son la cloroquina y la hidroxicloroquina, mencionados en reiteradas ocasiones por el presidente de EE.UU., Donald Trump, como posibles herramientas médicas para luchar contra la pandemia.

Coronavirus y cambio climático: por qué la pandemia no es realmente tan buena para el medio ambiente

La pandemia del coronavirus ha generado la mayor caída en la emisión de CO2 de la que se tenga registro en la historia.

“Ninguna guerra, ninguna recesión, ninguna otra pandemia, ha tenido un impacto tan dramático en las emisiones de CO2 durante el último siglo como el que ha logrado el covid-19 en pocos meses”, escribió recientemente Matt McGrath, corresponsal de medio ambiente de la BBC.

Hay menos aviones en los cielos y menos autos en las vías. El consumo de energía ha bajado. La NASA ha detectado desde el espacio la disminución de gases contaminantes en la atmósfera.

Los sismólogos han notado que el planeta incluso está vibrando menos. En las redes sociales circulan imágenes de aguas que se ven más cristalinas y animales que ahora pasean felices por las ciudades sin humanos a su alrededores.

La situación, sin embargo, puede que no sea tan alentadora, según los expertos.

“El covid-19 de ninguna manera tiene un lado positivo para el medio ambiente”, escribió hace unos días Inger Andersen, directora del programa ambiental de la ONU.

“Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no son más que temporales, ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano, dijo Andersen.

¿Qué alivio está recibiendo el planeta y qué se puede esperar a medida que la humanidad trate de volver a la normalidad luego de la pandemia?

Un respiro histórico

Varios análisis indican que estamos viviendo una caída sin precedentes en la emisión de CO2, uno de los principales gases contaminantes que causan el cambio climático.

En los últimos 100 años varias crisis han significado una disminución de las emisiones de CO2 derivadas del uso del petróleo, gas y carbón. Así ocurrió durante la epidemia de gripe española, la Gran Depresión y el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La caída más fuerte, sin embargo, la ha causado el coronavirus en pocos meses.

Coronavirus: la enorme brecha en casos y muertes entre Europa Occidental y los países del centro y este de Europa durante la crisis del covid-19

La crisis del coronavirus ha dibujado una especie de frontera sanitaria entre los países de la Europa Occidental y los del centro y este de Europa.

Tanto Italia como Francia, España y Reino Unido han superado cada uno la barrera de los 25.000 muertos por covid-19, mientras que si sumamos el número de fallecidos en Polonia, Eslovaquia, Chequia, Hungría, Austria y Rumanía la cifra no llega a 3.000.

Por supuesto que son países con una población mucho menor, pero si nos fijamos en el número de fallecidos por cada 100.000 habitantes, la brecha se hace patente.

Frente a los 54,42 muertos por cada 100.000 habitantes que se registran en España, los 48,12 de Italia, los 37,63 de Francia o los 43,33 de Reino Unido, Polonia registra 1,84; Eslovaquia 0,46; República Checa 2,37; Hungría 3,59; Austria 6,78, y Rumanía 4,20 (cifras de la Universidad Johns Hopkins a 6 de mayo de 2020).

La menor incidencia del coronavirus ha llevado a varios de esos países a levantar las medidas de cuarentena antes y en mayor medida que algunos de sus vecinos occidentales.